A 20 años de la devastación ambiental por Tekchem

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Candil de la Calle 


           

De la memoria: A 20 años de la devastación ambiental por Tekchem en Salamanca

            Entre la devastación ambiental, la crisis de inseguridad y la corrupción política, en Salamanca se cumplieron 20 años de una de las peores contingencias medio ambientales de que se tenga memoria o que hayan sido conocidas, la que se produjo en la planta Tekchem por una explosión de un contenedor con sustancias químicas plaguicidas.

            La planta fue cerrada, pero en su lugar permanecen miles de toneladas de residuos de azufre que desde entonces y hasta hoy siguen siendo generadores de contaminación para esa ciudad y sus habitantes.

Son ellos quienes tienen presente cada día, ahí sí, la memoria tóxica que el desfile de funcionarios responsables de instrumentar la remediación obligada por las leyes ha preferido dejar en manos de cada sucesor, cada trienio, cada sexenio que sigue.

            Un 12 de septiembre de hace 20 años, la explosión en Tekchem generó el derrame de sustancias tóxicas y su diseminación en los alrededores, con un daño en la salud de las y los salmantinos que por supuesto, no fue registrado, medido, evaluado o del que se haya hecho un seguimiento puntual.

            Como suele pasar, las complicidades gubernamentales y empresariales cancelaron para la población salmantina afectada la posibilidad de conocer el verdadero impacto de la contingencia. En ese día y las semanas siguientes, decenas de personas fueron atendidas por síntomas de intoxicación en diversos grados.

            Pero la gravedad de las crisis ambientales padecidas en esa ciudad en particular, depende de los colores de los gobiernos en turno. Durante los sexenios presidenciales panistas, nada malo ocurrió oficialmente, por ejemplo, en la termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad o con la refinería “Ing. Antonio M. Amor” cuando éstas presentaron emanaciones tóxicas o fallas en su operación, eventos que la propia población de la ciudad identifica porque forman parte de su cotidianidad.

Aquí no hubo reclamos por una sencilla razón: la militancia en el mismo partido fue el mejor conjuro para silenciarlos.

            Pero en el siguiente sexenio priista (el de Enrique Peña Nieto) y en el actual (de Andrés Manuel López Obrador), los gobernadores panistas han optado por reclamar y deslindar responsabilidades por las diversas contingencias que en estos años ha presentado particularmente la refinería de Petróleos Mexicanos

Esa contingencia evidenció la ausencia de políticas públicas en materia ambiental que sirvieran en lo mínimo para regular la operación de las industrias en este tema, el manejo de residuos o las emisiones contaminantes. Y exhibió la colusión que existe para la prevalencia de los intereses económicos empresariales mezclados con los de la alta burocracia de todos los niveles de gobierno, por encima del daño a la salud, al agua o al medio ambiente.

Al paso de los años, los paliativos han sido pocos y en los suelos de las 25 hectáreas que ocupó esta empresa, reposan los venenos que nadie retira, nadie quiere retirar, principalmente las miles de toneladas de azufre.

            En la página de Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales del gobierno federal, la Dirección general de gestión integral de materiales y actividades riesgosas (DGGIMAR) reporta como cumplidos varios pasos en el proceso de remediación del desastre que fue Tekchem para las y los salmantinos.

            Para entenderlo, hay que explicar que la remediación ambiental es un proceso para corregir afectaciones, daños o impactos afectados por alguna actividad industrial, con el fin de alcanzar “en la medida de lo posible” condiciones de un ecosistema saludable para humanos y especies vegetales y animales.

            Según la DGGIMAR, se reportan en calidad de “atendidos” los estudios para el levantamiento topográfico, el inventario de bienes muebles e inmuebles del sitio, el proyecto ejecutivo de la demolición de la infraestructura no aprovechable del lugar. Esto involucró la disposición final de casi 4,800 toneladas del suelo donde se ubicaba la planta, contaminado con mercurio.

            Sin embargo, resulta hasta ofensivo que la propia Semarnat reporte con el estatus de “atendido” la carga, transporte y disposición final a un confinamiento controlado las miles de toneladas de azufre y otros residuos peligrosos envasados, cuando en este mismo reporte se aclara que en julio de 2017 se adjudicó un contrato por un monto máximo de 13 millones de pesos para estas tareas, que fue cancelado porque “no fueron otorgadas las autorizaciones estatales correspondientes”.

            En este mismo informe se informa de una primera etapa del tratamiento y disposición final de suelos contaminados “en proceso”, en donde nuevamente aparece como suspendida la disposición de las toneladas de azufre por la cancelación del contrato, algo de lo que no se conocen explicaciones.

            Resulta que, a 20 años, los actuales gobiernos consideran apenas en el denominado “Plan Salamanca” las acciones de remediación pendientes y lo que pasará con el predio donde alguna vez estuvo operando Tekchem.

            Una barda perimetral con daños; un terreno que debe ser humedecido porque se han desatado algunos incendios debido a las sustancias que permanecen en esos suelos, y miles de toneladas de azufre que deben ser retirados y depositados en un confinamiento seguro, son algunos de los saldos que al día de hoy mantienen a Tekchem no sólo en la memoria de las y los salmantinos, sino como una herida ambiental abierta que sigue supurando.

FECHA DE PUBLICACIÓN: 21/09/2020

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