El onceavo mandamiento: No comprarás un perro

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Cajón de sastre

El onceavo mandamiento: No comprarás un perro

Así como lo leyó, amable lector, hoy en día parece que es un pecado adquirir un perro por medio de una compraventa; es un pecado, un crimen de lesa majestad. La “adopción” de perros es lo que mandan los cánones. La grey, buena y sabia, de los animalistas, así lo manda; las sagradas escrituras -no escritas- de los animalistas, así lo ordenan.

Y yo me pregunto: ¿ Quién jijos lo dice? y, seguramente, una voz en off me responderá: “ así ha sido, así es y así será” a lo cuál yo le responderé, a la voz en off, ¿te cae?

Falso, en el pasado no muy lejano, hace un par de décadas, tres a lo sumo, antes de la era del prohibicionismo animalista, las personas teníamos el derecho de elegir la manera de adquirir un perro: por compraventa, por donación, por mis polainas…

En tiempos del Coronavirus y desde hace años, pobre de aquel que ose proferir que quiere comprar un perro, pobrecito de él o de ella; le caerá oscura y tenebrosa al impío.

Pareciera ser que desde la miope, desinformada e ignorante cosmovisión de los animalistas, la única manera posible de adquirir un perro, una mascota es por medio de la “adopción”(sic) ya he repetido hasta la saciedad que la adopción solo es posible entre humanos, pero bueno, no es el punto en ésta ocasión.

Efectivamente, debido a esta visión prohibicionista de los animalistas, una persona libre no tiene el derecho de elegir el perro que quiera o que requiera. Nel, eso está prohibido por el Alto Tribunal del Santo Oficio Animalista y se quemará en leña verde y en las redes sociales, a todo aquel individuo que manifieste siquiera su interés en realizar un acto de comercio relacionado con un perro.

Dicen los que saben que el contrato de compraventa tiene dos partes, a saber: el vendedor y el comprador. Dicen los animalistas que el comprador es un zángano, desgraciado, que lucra con los animales y que el comprador es un ignorante que no sabe que hay millones de peluditos, sin hogar, en espera de una segunda, tercera, cuarta o quinta oportunidad.

Desde este momento quiero dejar en claro que me parece totalmente respetable que una persona adquiera, de la manera lícita que sea, un perro ya sea por compraventa, por donación, por prescripción adquisitiva o por obra y gracia del espíritu santo, como sea. Lo verdaderamente relevante es que quien lo hace, ejerza su libertad y lo haga de manera responsable.

Ya lo dijo Juárez ( no me refiero al divo, sino al Benemérito de las Américas) “ Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno, es la paz” dicho de otra manera, que te importa…

Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a decirnos como debemos adquirir un perro. No hay más límites que los establecidos por la ley y, agregaría yo, que se haga de manera razonada.

Contrario a lo que se piensa la dificultad que entraña adquirir un perro por compraventa ( me refiero a los perros de criadero o de criadores serios y responsables, no a los de azotea o de traspatio) implica pasar por una serie de filtros: el económico, el del criador, elegir la raza correcta, el ejemplar correcto, etc.

En contrapartida está la mal llamada adopción en dónde, salvo notables excepciones, todo es demasiado fácil: “llévelo, llévelo, bara, bara, es gratis”, mediante una módica cuota o un módico costal de croquetas de la marca que sea o de marca libre o sin marca, usted se puede llevar un peludito, la parejita o si quiere la manda entera, lo importante es que salgan.

No se puede decir a tabula rasa que todos los rescatistas sean así, hay honrosas y honorables excepciones, las menos justo es decirlo, pero las hay; no se ofendan ni se sientan aludidos todos, son casi todos, pero no todos. Hay rescatistas respetables y respetuosos.

Cuándo se afirma, categóricamente, “adopta no compres” lo que se afirma es un prohibicionismo rampante, un ataque vil en contra de la libertad.

Todos aquellos que creen que la pandemia es un “Complo” mundial, que es una manifestación grosera del estado policiaco, etc, etc. piensen que probablemente todo inició no con un virus de laboratorio, sino con un slogan progre: “adopta, no compres”

Amable lector usted decida si defiende un slogan barato de “Buen fin” que reza “Adopta. no compres” o mejor invierte en uno más atemporal que dice “Liberté, Egalité, Fraternité”. Recuerde: elegir, es elegirse.

Ya con esta me despido y dispensen lo mal trovado. Bendiciones para usted amable lector y mi gratitud infinita por el favor de su lectura y atención. Gracias de verdad.


FECHA DE PUBLICACIÓN: 17/11/2020

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