EL PROFE ROMÁN

hector redes

TRINCHERA CIUDADANA

.

EL PROFE ROMÁN


Hace apenas un par de meses escribía una columna sobre mi querido profesor Norberto Portillo, quien fuera mi maestro de Educación Artística en el afamado Colegio Benavente durante la inolvidable etapa de la secundaria y quien falleció de manera sorpresiva, dejándonos un profundo dolor a quienes lo conocimos y respetamos. El día de hoy, les platicaré del profesor Román Ortiz Covarrubias, mi titular durante el segundo año de secundaria e icónico maestro de historia universal también en el Colegio Benavente.

Me aflige hablarles de él porque eso significa que ya no está entre nosotros. Hace apenas dos semanas me enteré de su deceso por conducto de mi amigo Pepe Jamaica. Su partida, al igual que la del profesor Norberto, me dejó sorprendido pues no estaba enterado que estuviera enfermo y hacía algún tiempo que no coincidíamos.

Al profe Román lo conocí en la secundaria pues impartía la que sin lugar a dudas era mi materia favorita, la historia. De semblante serio y muy exigente, era sin embargo una persona noble, un buen hombre dispuesto a tender su mano en apoyo del estudiante. Debo decir que nunca necesité de sus puntos extras porque como dije anteriormente, la materia se me facilitaba, pero admiré su capacidad de ayuda para aquellos a quienes la vida no les otorgó el don de memorizar fechas y cuyos padecimientos en ese rubro se volvían insostenibles. El profe Román tenía estipulado que en un día determinado y a quien le interesara, podría llevar una biografía de algún personaje que estuviéramos estudiando, colocarla en un papel cascarón y en la parte inferior, desarrollar a grandes rasgos su figura histórica. Con ese sencillo trabajo ya tenías ganado el punto extra, que créanme, a muchos salvó de reprobar el mes y quizá el año.

Recuerdo perfectamente sus frases como “mi compadre Napoleón” cuando abordaba la vida de ese espléndido francés, recuerdo también que cuando se desesperaba por el comportamiento del grupo nos decía “y seguimos con los infantilismos mano”, “tal parece que no hemos madurado”, o su impaciencia cuando alguien, justo después del receso le pedía permiso para ir al baño.

Nunca lo supe a ciencia cierta pero creo que el profe Román era del Estado de Hidalgo. Le gustaba el futbol y le iba al Pachuca, en ese momento, un equipo con muchos problemas para mantenerse en primera división, les estoy hablando del año 1999. Cuando el lunes algún alumno intentaba burlarse de su equipo preguntándole “oiga profe, cómo quedó el Pachuca”, sabiendo de antemano que los hidalguenses habían perdido, tenía como respuesta un “salte del salón mano”.

A veces, ya estando en tercero de secundaria, el profe pasaba por los pasillos de los salones y al verlo comenzábamos a corear “Romy”, “Romy”, “Romy”, como le decíamos cariñosamente.

Pasados varios años de haber terminado la secundaria, yo creo que ya estaba en la Universidad, fui a Plaza Las Américas, seguramente al cine. Al terminar, el trenecito estaba pasando y decidí quedarme adentro un rato. El rato se prolongó por casi dos horas y providencialmente me encontré al profesor Román y a su esposa doña Inés, varados por culpa del tren. Los saludé con mucho gusto, hablamos de política, de historia y de cine, fue sin quererlo un rato agradabilísimo.

A doña Inés y en especial a la maestra Cintia, quien heredó el gusto por la docencia, mi abrazo solidario y sincero. Tengan por seguro que las enseñanzas sembradas por el profe Román, habrán de ser cosechadas por quienes fuimos sus pupilos.

Que descanse en paz.

[email protected]

Twitter: @gomez_cortina

Suscríbete al blog por correo electrónico

Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.

Únete a otros 174K suscriptores