CAMINANDO POR OAXACA

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SALVO SU MEJOR OPINIÓN

HÉCTOR GÓMEZ DE LA CORTINA GUERRERO

CAMINANDO POR OAXACA

(PRIMERA PARTE)

Desde hace varios años quería conocer la ciudad de Oaxaca. Diversas circunstancias habían hecho imposible el viaje hasta que el pasado abril decidí reservar mis vacaciones en aquél lugar y ponerle fin a tanta espera. A pesar de los conflictos entre “maestros” y autoridades, de los bloqueos carreteros e incluso del temor que sentimos mi papá y yo cuando se acercaba la fecha, decidimos ir. No nos arrepentimos.

El primer día nos instalamos en el hotel y comimos en el restaurante “La catedral” un delicioso mole negro. El lugar se encuentra ubicado en una vieja y hermosa casona colonial Terminando de comer acudimos al zócalo. Debo reconocer que nos llevamos una pésima impresión pues se encuentra totalmente repleto de casas de campaña y carpas de los “maestros”. El zócalo es un campamento permanente de la CNTE al que ya se le han unido infinidad de comerciantes ambulantes que ocupan absolutamente todo el espacio. El hedor es insoportable, ni la catedral, ni el palacio de gobierno pueden lucir. Los comercios de los alrededores agonizan, algunos de ellos como el tradicional “Asador Vasco” han tenido que cerrar sus puertas. En ese momento, mi papá y yo no imaginamos que todo lo que viviríamos a continuación sería una experiencia inolvidable.

Al día siguiente nos levantamos temprano para acudir al centro cultural Santo Domingo, ubicado en el ex convento del mismo nombre. La majestuosidad de sus pasillos, de sus patios, de sus cuartos, de sus fuentes, de su biblioteca y de la riquísima historia de Oaxaca que se encuentra resguardada en ese lugar nos hizo recorrerlo por casi 4 horas. Nos fascinamos con la sala “Orden y Progreso” dedicada a don Porfirio Díaz; nos encantamos con piezas prehispánicas y pinturas al óleo, para una vez finalizado el recorrido, acudir a la iglesia que es un portento de majestuosidad y cuyo interior puede verse las horas enteras. Para comer, hay que acudir a “Los Danzantes” en el agradable andador turístico Macedonio Alcalá, lleno de vida con sus cafés, bares, restaurantes y tiendas de artesanías. Punto de encuentro del turismo nacional y extranjero.

Definitivamente hay que acudir a Monte Albán. La zona arqueológica es el vestigio de la grandeza que alcanzó la cultura zapoteca y desde algunas de sus construcciones pueden tenerse incomparables vistas de la antigua ciudad y del valle de Oaxaca. El ex Convento dominico de Cuilapan de Guerrero es una belleza y a pesar de que buena parte de su construcción está en ruinas, puede percibirse la importancia que un día tuvo. En la parte trasera de ese sitio, sería fusilado don Vicente Guerrero.

El lugar que hoy alberga el Instituto Cultural San Pablo, de la fundación Alfredo Harp Helú, fue en el pasado el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca. Fue precisamente ahí que la noche del 28 de diciembre de 1849, el entonces joven de 19 años de nombre Porfirio Díaz, conocería al gobernador del estado don Benito Juárez García. Don Marcos Pérez, uno de los políticos mas influyentes de Oaxaca y con quien Díaz tenía una buena relación, fue quien los presentó.

Díaz evocaría aquella noche en sus memorias comentando el tremendo impacto que le provocó, diciendo que “no había podido dormir” y que el encuentro con Juárez fue definitivo para abandonar la carrera eclesiástica que ya estaba cursando, la cual le aseguraría una parroquia, pues el joven Porfirio era el protegido del sacerdote José Agustín Domínguez y Díaz, tío suyo y hombre de poderosas influencias en el clero oaxaqueño. Ni Díaz ni Juárez lo sabían, pero en ese momento el destino había reunido a los 2 personajes más importantes de México durante el siglo XIX.

Imaginar el encuentro aquella noche fue espectacular y mi papá y yo nos quedamos un buen rato en ese sitio. Oaxaca nos estaba encantando.

La próxima semana la segunda parte.

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