CONTRA LOS MACHOTES

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Chispitas de lenguaje



Contra los machotes

Hace ya algunos años escribí un encabezado de forma idéntica. Hoy aportaré algunos aspectos más sobre este mismo punto de vista.

Retomo algunos aspectos antes de abordar lo diferente. Es práctica muy generalizada —tanto en oficinas públicas como privadas— usar lo que en México llamamos machotes (del náhuatl machiotl, que significa guía, forma de proceder o conducta). Es un vocablo aceptado para el español de nuestro país. De forma genérica se les conoce a los machotes como formatos. El término se aplica para formas preestablecidas de enunciación de un texto para dejar a quien recurra a él un mínimo de intervención. Es decir, son modelos de cómo escribir o simplemente textos con algunos espacios en blanco para ser rellenado con las particularidades del caso.

Estamos tan acostumbrados a esta práctica que la vemos como normal. Y si alguien ingresa a una oficina, al solicitarle una redacción también se le facilita una guía o machote para que escriba de la misma forma. Entonces, lo que hace es recrear estilos e, incluso, sintagmas (construcciones prestablecidas con un significado ya definido) absurdos.

Con esta práctica se pone de manifiesto dos cosas: 1) no hay confianza en las habilidades de los redactores nóveles y 2) es inaceptable que alguien redacte diferente de la guía.

De la primera parte, es natural: hay una muy deficiente formación en las habilidades expresivas por escrito de la mayoría de los profesionistas. Eso se nota desde los más altos niveles políticos, sociales o empresariales, hasta los más bajos en cualquier organización. Cuando se revisan los manuales de procedimientos o los informes, además de su similitud, están plagados de errores que nadie detecta. Incluso los formularios ISO que reducen al mínimo los enunciados, en su mayoría están mal.

Normal que suceda esto último, nadie puede ver lo que no está preparado para detectar. Nadie reconoce o identifica la enorme cantidad de palabras inútiles ocupadas, el uso incorrecto de determinadas palabras o las faltas ortográficas tradicionalmente aceptadas. Así, lo absurdo tiene credencial de normal. Ejemplo de lo anterior frases como las despedidas en los documentos oficiales («Sin otro particular, le reitero a Usted las seguridades de mis más altas y distinguidas consideraciones»), suponer que las mayúsculas no se acentúan gráficamente o tildar los monosílabos como ‘fue’, ‘dio’, ‘vio’ o ‘fe’.

Recurrir a textos ya elaborados propicia que ni siquiera se revise bien un documentos. Eso debido a que muchas veces ¡olvidan borrar la información del anterior formato! Hay destinatarios que reciben datos que no le corresponden.

Repetir la fórmula hace sentir seguro no solo a quien copia el formato, sino también a quien lo encarga. Sin embargo, con ello se abona a la falta de creatividad de los empleados (resolver o expresar algo que salga de la normalidad, de la rutina) y a sus habilidades comprensivas (me he topado con gente que no entiende un lenguaje diferente). Esto es grave pues se transforman en piezas de una maquinaria y no en seres humanos. Se les castran las habilidades y se les somete a rutinas.

El segundo aspecto propicia rechazar lo diferente. Hace poco asesoré a una persona para realizar un trámite en un municipio del Estado. El documento no fue admitido porque no iniciaba: «Por medio de la presente me dirijo a usted de la manera más atenta…». La ley establece los requisitos que debe cumplir un documento, no las frases (o sintagmas) que se deban incluirse. Estoy de acuerdo aplicar los términos jurídico administrativos enunciados por la propia ley. Eso es parte de la obligación. Sin embargo, ello no obliga a usar las mismas palabras y oraciones que los cientos de miles de documentos dirigidos a la autoridad. Ello habla de personal deficientemente preparado y con incapacidad de compresión de otra forma.

Confío en que algún día esta situación logrará superarse. He aquí un área de oportunidad para los partidos políticos interesados en hacerse de una oficina pública en este año. El asalto al poder espero que alguna vez sea por alguien con verdadera vocación de servicio y visión suficiente para corregir tantas deficiencias que ya se han asentado en oficinas públicas y privadas.

JUEVES 18 DE ENERO 2018

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