De aquel amor, de música grupera

daniel hernandez redes dwCH8uW

De aquel amor, de música grupera


Independientemente de nuestras preferencias auditivas, es irrebatible que nos sometemos a la música popular. Nombrada con ese mote, debido a que sus ritmos se digieren fácilmente; quienes la componen y ejecutan son músicos con altos grados de estudio, pero también los hay autodidactas; es por demás irrespetuosa con las edades y condición social de los escuchas y no requerimos ser eruditos en la materia para  disfrutarla.

Dentro de esta categoría, encontramos la grupera, la que escuchamos a la menor provocación con el vecino, en la calle, trasporte público o bien, por gusto propio a través de Fiesta Mexicana, La Zeta, en plataformas musicales, canales televisivos, en reuniones y en los casi anacrónicos CDS.

En la viña del Señor, hay personas que dicen oyen de todo, pero también existen los que con aire intelectual se jactan que solo escuchan estaciones de radio universitarias, están los metaleros, hijos de belcebú que nos ven con miradas perdonavidas cuando de música tratamos, además hay quienes gozan del K-pop, del reguetón y otros clichés, pero les aseguro que indistintamente, hemos cedido a cantar Tu cárcel de Los Bukis, levantar polvo con El Payaso de Rodeo de Caballo Dorado y hacer ambas con  La Chona de Los Tucanes de Tijuana o ¿me van a decir que de esas no les gustan, no se las saben y antes de la pandemia, se la pasaban sentados cuando las tocaban en las graduaciones, quince años o bodas?

Denostada por muchos y amada por iguales, la música grupera es referente no solo en México. En Latinoamérica es aceptada masivamente, fenómeno que ocurre en varias ciudades de los Estados Unidos, país que culturalmente es bastión grupero. Género con características propias desde sus inicios, en la que convergen los instrumentos electrónicos, acústicos, composiciones cortas en tiempo y cuya temática se centra en  temas de amor y viceversa. Será difícil escuchar una Sinfonía Grupera Número 21 con sus cuatro movimientos o canciones de 25 minutos como Echoes (de tu amor) o que lleven el irreverente título Anarquía en tu corazón.

Los orígenes gruperos se ubican a finales de los años sesenta y por increíble que parezca, el rock sí tuvo la culpa para su gestación y nacimiento. En muchas partes del mundo, los jóvenes trataban de emular a sus iconos generacionales y los latinoamericanos no fueron la excepción, al formar grupos –de aquí partimos con el término- que intentaban sonar a The Beatles, The Rolling Stones, The Doors y al sonido progresivo de Pink Floyd y Genesis, entre otros.

El rechazo y represión a las manifestaciones juveniles por el nulo consentimiento de los gobiernos, aunado a sociedades conservadoras, las agrupaciones que pretendieron ser insurrectas, cambiaron a las baladas para que fuera masificado y no vetado su trabajo. De algo tenían que comer. Un claro ejemplo fue el grupo La Revolución de Emiliano Zapata, que de tener canciones con los títulos Shit City y Nasty Sex, optaron por la fama  con la romántica Mi forma de sentir, la que Pedro Fernández agregó mayor popularidad años después.

Con toda la vena heavy en sus comienzos, se formaron en Venezuela Los Terrícolas, en Perú Los Pasteles Verdes y en Chile Los Ángeles Negros. Las ciudades del norte de nuestro país, vieron surgir de Tijuana a Los Solitarios, de Sonora al grupo Yndio y de Tamaulipas la agrupación cuyo cantante fue el más carismático y representativo de estos años; Rigo Tovar y su Costa Azul, quien se declaraba fan de Ted Nugent y AC/DC. Este movimiento se extendió por varias regiones y en Michoacán se formaron los Bukis; del entonces Distrito Federal surgieron Los Chicanos, La Tropa Loca y del sur del país Los Yonic´s, por mencionar algunos.

La referencia para los grupos citados, eran sus impecables trajes de gran solapa, sus largas cabelleras que denotaban sus orígenes rockeros y composiciones en español que obedecían a las balabas románticas tan de moda en esa época. También  trasladaban éxitos anglosajones a versiones locales y en la música sobresalían los órganos Hammond, que creaban pasajes que remitían a sus influencias sicodélicas y progresivas.

Los gruperos fueron agregando la cumbia a sus creaciones, después hicieron lo mismo con la norteña y los estilos al fusionarse, crearon híbridos de éxito probado que la industria del entretenimiento aprovechó para definirlas como un género que supo arropar también a la  banda sinaloense, como El Recodo, quienes en la actualidad gozan una fama de la que sus fundadores nunca disfrutaron. 

El hecho que convivan diversos estilos, se debe a que lo grupero aglutina lo se conoce como música regional y hay un alto grado de población que se identifica con la misma, incluyendo a muchos hispanoparlantes en Estados Unidos que representan una cultura que toma entre sus estandartes esta música. No es gratuito que varias agrupaciones se formen en ciudades fronterizas y con migrantes y sus descendientes, nos exporten el tex – mex de Intocable y Selena.  

Los exponentes gruperos también sacaron provecho de la tecnología y con la innovación de mecanismos electrónicos que suplieron trompetas, acordeones y otros instrumentos, propició que en algunos casos el número de integrantes en las agrupaciones se redujera y por lo mismo fueran identificables, así lo demostraron Bronco y Mi Banda El Mexicano, que ayudaron para que a finales de los años ochenta el género se consolidará, expandiera y dejara de ser para minorías.

La grupera es música que goza de cabal salud y se demuestra en medios de difusión de los que ningún género en nuestro país puede presumir y se reafirma en los constantes conciertos masivos antes de la pandemia, en donde nada le envidian a los Vive Latino, Corona Capital, jactarse que semanalmente en cualquier ciudad pueden congregar 40,00 personas y presentarse con orgullo en el Auditorio Nacional y el Madison Square Garden.

Es verdad, en gustos se rompen géneros y el grupero lo ejemplifica. Sin debatir su calidad, finalmente la música es cultura y hay de todo y para todos los gustos. Gustavo Cerati compuso De música ligera en homenaje a esa manifestación que no tiene límites; no está de más modificarle su letra y decir: De aquel amooor, de música grupera…  y por qué no, reconocerle con un: Gracias, totales

 

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//30/01/2021

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